sábado, agosto 06, 2016

¿El Arte en la Educación por Competencias? Por Lorena Vera Verján



El grafitero, quien tituló su obra Los niños primero, en la que se aprecia a una menor con rasgos indígenas, de pelo lacio al hombro y con una playera blanca que reza I Love DF, comentó que le preocupa la niñez de la capital, pues a esta edad, dijo, es cuando rinden frutos los valores que se les inculcan mediante la educación. “Las autoridades, en lugar de combatir la delincuencia, deberían poner más atención en brindar educación a los infantes; esto reduciría los índices delictivos, ya que en esta etapa se les empiezan a enseñar los valores para que, en un futuro, no sean delincuentes.”



Conversar sobre el arte en la educación por competencias es simplemente un atrevimiento que trasgrede los procesos artísticos educativos. El tema en sí es incompatible por las características propias del ente a estudiar, y porque los valores educativos son parámetros importantes dentro de la idiosincrasia del desarrollo cognoscitivo, socio-afectivo y psicomotriz. He decidido hablar sobre este argumento decadente y conductista que hoy en día propone la reforma educativa, por lo absurdo que resulta ser su sistema político, y por la necesidad de generar conciencia en la sociedad, sobre todo en el ámbito escolar y cultural.
El arte y el conocimiento son aspectos de índole basta para la formación de individuos óptimos en todas sus condiciones facultativas, son la estructura en el desarrollo holístico del individuo, son parte sustancial del crecimiento y el desarrollo; tanto madurativo, como de lenguaje. Su aplicación en los procesos educacionales es  significativa para la formación básica.  
El arte como ya lo he mencionado en mi ensayo “El Arte: Factor determinante del proceso educativo;  es generador del desarrollo de la expresión creativa natural que todo ser trae consigo, y estimula tanto las cualidades como los valores sociales, morales y la autoestima. Además, tiene la finalidad de introducir al educador y al educando en la ardua y fascinante tarea de la creatividad, la sensibilidad, la apreciación artística y la expresión, factores que contribuyen al espíritu creativo y social de todo individuo.”
La educación por competencias es una “nueva” modalidad gestionada por la política educativa de nuestro siglo, todas las instituciones educativas se han visto condicionadas a este modelo. ¿Qué le espera entonces a la educación artística dentro de este rubro condicionante como lo es la escuela por competencias? ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas de esta aplicación de la nueva Reforma Educativa? ¿Hasta dónde los procesos educacionales serán afectados por estos planteamientos competitivos? Si la Educación Artística genera en el estudiante un desarrollo óptimo que transforma su capacidad  intelectual, social y cultural creando diferentes lenguajes por medios orales, escritos, corporales, musicales o gráfico pictóricos, entonces el cuestionamiento será; ¿cómo es qué una educación por competencias puede generar un ámbito sustancial que permita el desarrollo íntegro del ser humano dentro de sus propias capacidades de adaptación y transformación social y cultural? y entonces ¿qué estamos formando? Si le damos más importancia y valor a contenidos insustanciales como muestras de evidencias, “transparencias y normatividades”, o papeleos administrativos,   descuidando con esto lo más fundamental; la psicología y la inducción pedagógica necesaria en absoluto para la integración del educando.
Definitivamente la educación por competencias no genera apertura al desarrollo creativo y cognitivo, porque está condicionada mediante parámetros de estructura competitiva.
Versemos sobre la terminología “competir”; proveniente del latín compêtere cuyos significados discurren entre el aspirar a ganar u ocupar un espacio sobresaliente que ejerza autoridad, y que propicie la competitividad entre dos o más sujetos, aspirantes a un puesto o categoría. Competir en la educación es detener los avances creativos y productivos que por naturalidad contrae el individuo. Generar una educación por competencias es dañar las capacidades innatas del género humano. Es preparar individuos para la guerra, para competir dentro de una concepción de poder, es albergar en el pensamiento una predisposición a la batalla.  Competir es un verbo inadecuado y obsoleto utilizado desde la antigüedad para vencer o derrotar a un oponente, lo que nos hace pensar en un atraso social y cultural, ya que sugestiona actitudes primitivas que provoca mentalidades cortas, militaristas, y añosas.
Nuestra educación tiene un problema grave desde la invención de la escuela, que no hemos podido erradicar, se ha gestionado una “educación”  con prototipos conductuales, repetitiva y memorística. Se ha enseñado el cómo reproducir formas y arquetipos de pensamiento, se ha propiciado una necesidad de dependencia social por el hecho de reprimir constantemente la creatividad, el pensamiento divergente, la reflexión y el análisis. En realidad siempre se ha apostado por una educación por competencias, sólo que la terminología la han modificado a través de los años, sin embargo; creo que éste ha sido el peor concepto en la historia de la educación, es sumamente grotesco porque su aplicación promueve el adiestramiento mediante conductas propiciadas por la política en turno, la deshumanización o más allá la infra-humanización.


El rostro de uno de los más grandes muralistas de México, Diego Rivera, quedó también plasmado en las obras que jóvenes grafiteros realizaron en los alrededores del Palacio de Bellas Artes en el 2009 Foto Jesús Villaseca

Por lo tanto hablar de competencia en la educación es subrayar una decadencia que afecta los procesos educativos, sociológicos, filosóficos, psicológicos y pedagógicos del estudiante. Esto nos hace reflexionar sobre la importancia de las ciencias humanísticas en el ámbito escolar; los estudios sociológicos y filosóficos son la base y la estructura del desarrollo mental del individuo. Proporcionar una educación que enfatice las etapas de desarrollo dentro de los campos de la lógica mental y de los procesos psicológicos relacionados directamente con la maduración física, e intelectual  hará que los individuos sean adaptables cultural y socialmente y por lo tanto logren propuestas que les permitan trascender profesionalmente.
La educación por competencias se apoya en rúbricas, herramientas y evidencias que tratan de gestionar acciones que muestren “avances” colectivos y grupales mismos que buscan una educación condicionada, no una educación de calidad. Busca el desarrollo curricular y la adjetivación en el comportamiento. Y las asignaturas formales tienen más valor que las humanísticas.
El problema de la educación por competencias es que induce tanto al maestro como al estudiante a realizar formas que comprueben el avance del aprendizaje, y no se preocupa por los procesos de la enseñanza aprendizaje. Es “cumplir y competir” u “obedecer y discriminar” un quita y pone sin el análisis, la interpretación, ni la concreción.
Parece ser que los medios de comunicación, las instituciones públicas, privadas y de gobierno, así como las dependencias culturales, artísticas y educativas se preocupan por una buena educación, pero ¿hasta dónde estos intereses van ligados con políticas militaristas insustanciales que sólo buscan el adiestramiento y el conductismo social?  ¿Cuál es nuestra realidad? En México y en América Latina la política educativa consiste en copiar los modelos extranjeros; la educación por competencias se filtra de estos sistemas. ¿Para qué, entonces sirve la escuela?
Mario Vargas Llosa aporta varias reflexiones en su ensayo “La civilización del espectáculo” sobre cómo los medios de comunicación bajo la influencia despótica de los sistemas políticos, construyen y edifican una cultura educativa que anula el desarrollo individual y provoca el consumismo, la apariencia y la banalidad. Llosa discurre: “Se trata de un fenómeno altamente positivo, sin duda, que nació de una voluntad altruista: que la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, que una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y todas las manifestaciones culturales. Esta loable filosofía ha tenido en muchos casos el indeseado efecto de la trivialización y adocenamiento de la vida cultural, donde cierto facilismo formal y la superficialidad de los contenidos de los productos culturales se justificaban en razón del propósito cívico de llegar al mayor número de usuarios. La cantidad a expensas de la calidad. Este criterio, proclive a las peores demagogias en el dominio político, en el cultural ha causado reverberaciones imprevistas, entre ellas la desaparición de la alta cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo de sus claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura. Esta ha pasado ahora a tener casi exclusivamente la acepción que ella adopta en el discurso antropológico, es decir, la cultura son todas las manifestaciones de la vida de una comunidad: su lengua, sus creencias, sus usos y costumbres, su indumentaria, sus técnicas, y, en suma, todo lo que en ella se practica, evita, respeta y abomina.”
Cuando la idea de la cultura torna a ser una amalgama semejante es poco menos que inevitable que ella pueda llegar a ser entendida, apenas, como una manera divertida de pasar el tiempo. ¿Es importante la escuela ante la realidad que vivimos? Cuando la educación se gestiona a través de la televisión,  las redes sociales y las estructuras edificadas llamadas escuelas, cuando la verdadera educación debe iniciar y perseverar en la familia. ¿Cuál ha sido nuestro error como sociedad?
Desde hace más de 80 décadas la educación ha sido prisionera de intereses políticos, se ha construido una educación a base de sistemas condicionantes mediante paradigmas conductuales que afectan el desarrollo individual y colectivo. En la escuela del ahora se condiciona y se adiestra; lo que trae como consecuencia una afectación en los procesos cognitivos y psicomotrices, aleccionar genera imposiciones, conductas  convergentes donde no participa el análisis, la disertación y la crítica.  Los métodos se han vuelto obsoletos, conductistas, donde se le da más relevancia a la cantidad, se deshumaniza, se cuantifica, se cosifica, el producto se convierte en la supremacía de la capacidad laborar y no en la intelectual.  Albert Einstein decía: “Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo” por lo que no es lo mismo “enseñar” que “adiestrar”. Enseñar implica vivir los procesos del aprender individualmente y adiestrar conduce a un seguimiento sistemático que busca la imitación.
El análisis mental es sumamente importante para la comprensión teórica o matemática, analizar  ayuda a comprender, a comparar, a resolver. Una educación por competencias crea una rivalidad, que claudica en la división social. Continuamente culpamos al maestro o al estudiante por “fracasar” en el estudio o la aplicación del conocimiento. En realidad no son ellos los que fracasan sino los sistemas impuestos por la política educacional.
El problema radica en que no aplicamos modelos acordes a las necesidades culturales propias de nuestras comunidades, sino que ejercemos reformas inconscientemente, reformas que tienen como objetivo obtener mano de obra barata para sustentar la economía. Nuestras escuelas se convierten en cárceles de tedio, donde el estudiante no disfruta del aprender, el aprender tiene que sustentarse con el gusto y el disfrute, dándole sentido a todo lo que hacemos, pasar el tiempo reproduciendo formas y arquetipos de pensamientos en un espacio donde te piden un comportamiento repetido, donde  nadie tiene la razón sino el maestro, y donde el maestro también se convierte en víctima del sistema institucional. Nadie tiene  derecho a hacer aportaciones fuera de los reglamentos y normatividades que rigen las conductas. Esta educación  tan severa nos lleva al esclavismo social y la ceguera individual, donde nacen todos los miedos sociales y entonces nos convertimos en parásitos que se reproducen socialmente.
La educación por competencia desarrolla un paternalismo y una dependencia social,  lo que perjudica la madurez mental del individuo, hace de los educandos personas inseguras, retraídas con miedo a innovar, a crear,  a proponer, lo que tiende a generar individuos sin iniciativa y puramente obedientes.  Tenemos que tomar en cuenta que vivimos en un siglo que se rige por los cambios constantes, el conocimiento, la tecnología, las ciencias, la medicina, van cambiando rápidamente, esto es contradictorio cuando la aplicación del “aprendizaje” en la escuela está todavía sustentada por el positivismo, lo que nos hace retroceder  tres siglos.  Las escuelas evalúan a los individuos a partir de aspectos cuantitativos, de medida, de comparación, y no le prestan atención a las cualidades, al desarrollo individual a la búsqueda de soluciones alternativas. 
Hoy en día, muchos se preocupan por la naturaleza, la ecología, la ciencia, la tecnología, las ciencias humanísticas pero pocos realmente hacen por todo esto; nuestra educación lleva parámetros contrarios a nuestros ideales, nuestras conductas son muy diferentes a lo que profesamos, tiramos la basura donde no debemos, agredimos al otro, suprimimos al otro, no leemos; y si leemos ¿qué leemos? Actuamos sin el análisis, sin la reflexión, nos rendimos ante  el opresor, no luchamos, no debatimos, no reclamamos, nos condicionamos ante una vida carente de crecimiento social, económico y cultural. ¡Esto es un reflejo de nuestra educación! En realidad nos educan para discriminar, fragmentar, seccionar, recriminar, competir, envidiar, reproducir, violentar, materializar, para ser todo; menos individuos congruentes, prepositivos, creativos, sociales, humanos.
Es primordial mencionar la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional, así como de la inteligencia cognitiva, el equilibrio entre ellas es fundamental para desarrollar individuos capaces y no fragmentarios.  Las emociones no están divididas de los procesos cognitivos, físicos y motrices, van a la par en el desarrollo madurativo e intelectual. Los aspectos educacionales conductistas afectan severamente el desarrollo del proceso emocional, continuamente se le enfatiza al estudiante el que no interfiera en la escuela con sus problemas familiares e individuales. Anteriormente, hablando de hace diez años aproximadamente nuestras escuelas contaban con departamentos psicopedagógicos, en la actualidad además de no contar con estos apoyos, las generaciones de docentes carecen de conocimientos psicopedagógicos, ¿cuál es la justificación? Comentan los mismos profesores: -no soy psicólogo soy docente y se limitan erróneamente a cumplir con su labor institucional que no genera sino adiestramientos. Y ahora con este rubro competitivo, la supresión es todavía más incisiva. No se trata de ser psicólogo, sino de aplicar la psicología en las formas didácticas y metodológicas. El uso de la pedagogía acciona el análisis y el conocimiento dentro de las ciencias humanas y sociales.
La emociones son parte primordial del ser humano, con ellas vivimos continuamente, no podemos avanzar sin ellas, son las que nos llevan al placer del saber, del conocer, del experimentar, del compartir, del proponer, del pensar, del gestionar, del producir, del analizar, del aportar, del concretar a partir de la crítica, del aportar como identidades culturales y sociales. Por lo  tanto la educación debe concentrarse hacia el desarrollo de la inteligencia holística; que integre el todo a partir del aprendizaje cognitivo, motriz y sensitivo.
Hoy en día, también se gestiona por la escuela de tiempo completo, misma que propone la reforma educativa, ¿pero, están nuestros niños, preparados para estos proyectos de vida educacional? Porque estos niños llegarán a ser adolescentes y estos adultos profesionistas y los profesionistas manejarán el mundo. ¿Y entonces? ¿De qué manera? Nuestras nuevas generaciones serán producto de una educación fragmentada dividida por la pobreza y la riqueza, una generación que seguirá reproduciendo la discriminación social a partir del nivel económico. Esto es una cultura decadente, una educación coercitiva y no de enseñanza.
Los sistemas políticos se han deshumanizado, la importancia para ellos no radica en el desarrollo y la enseñanza individual sino en el adiestramiento para conducir objetivamente a la sociedad a participar en proyectos ajenos que sustenten no la economía y la cultura del país sino el poder y el dinero de algunos cuantos políticos corruptos. John Taylor Gatto educador estadounidense complementa con esta idea con el siguiente discurso “Dos instituciones controlan a día de hoy la vida de nuestros hijos: la televisión y la escuela, por este orden. Ambos reducen el mundo real de sabiduría, fortaleza, templanza y justicia hacia una abstracción sin final y sin frenos. Las escuelas están diseñadas para producir, a través de la aplicación de fórmulas, seres humanos estandarizados cuyo comportamiento pueda ser predecible y controlado. Es absurdo y anti-vital moverte de aula en aula al sonido de una sirena durante todos los días de tu infancia natural en una institución que no te permite ninguna privacidad y que incluso te la quita en el santuario de tu propia casa pidiéndote que hagas tus “deberes”. Necesitamos volver a pensar en las premisas fundamentales de la escolarización y decidir qué es lo que queremos que los niños aprendan y por qué. Tenemos que devolver a los niños tiempo libre desde ya mismo porque esa es la clave para el auto-aprendizaje, y debemos re-introducirles en el mundo real tan rápido como sea posible para que el tiempo libre pueda ser gastado en algo más que abstracciones.”
El concepto de educación pública, gratuita y obligatoria existe desde el siglo  XVIII, implantados bajo el despotismo ilustrado, lo que ha sido una proyección de intereses políticos, más que una intensión de crecimiento educativo e individual, estos conceptos de educación; fueron creados para someter a las sociedades y evitar así las revoluciones que exigían la justicia e igualdad en el acercamiento del saber, la cultura, el trabajo y la economía. Al crearse las escuelas, es condicionada las sociedad por clases sociales; depende del nivel económico es la educación que mereces. La disciplina manejada bajo este rubro busca la manipulación mediante la opresión y el control social, y no como debe entenderse; como un sustento de actitud que te permite desarrollarte individualmente. ¿Por qué seguimos paradigmas tan ajenos a nuestro tiempo? ¿Acaso hemos estado sometidos durante estos siglos y no hemos podido darnos cuenta? ¿Entonces, cuál es la función de la escuela? Hablamos de libertad, de derechos humanos, de igualdad y actuamos represivamente y manifestamos continuamente nuestra ignorancia. Parece ser que los maestros de ahora, son súbditos del sistema político, son entes que fragmentan el desarrollo y propician sociedades sin ideales, conductuales, efímeras, discordantes, e infrahumanas.
La educación por competencias busca crear obreros, trabajadores sinónimos al uso de herramientas del sistema para que las sociedades y la cultura continúen siempre igual para beneficio de los sistemas capitalistas y consumistas. La estructura educativa está conformada por administrativos, ya nos son los docentes, los investigadores, los conocedores del ámbito pedagógico y psicológico los que construyen las reformas, son los políticos con concepciones administrativas los que promueven la educación, lo que hace que todo se convierta en fórmulas, en conteo, en procesos mecánicos. A los docentes ya no se les ve bajo el concepto de educadores, sino de funcionarios; quienes deben cubrir administrativamente ciertas reglas de observación, objetivos y evidencias. La cantidad desorbitada de alumnos es también parte de esta estructura, alumnos por cantidad, maestros que ejercen tiempo completo; 42 horas semanales, mal pagadas, sin espacios para la investigación, el estudio y el conocimiento, lo que condiciona al profesor a redimir bajo el yugo del sistema. Por lo tanto; al alumno no le place la escuela y al profesor le causa frustración mediante los alcances educativos.
Ante todo esto, podemos atrevernos a decir ¿tiene derecho la escuela a existir? ¿Podríamos crecer y desarrollarnos sin las escuelas? si los individuos absorben la cultura en la que viven, el comportamiento y el lenguaje de sus familias, entonces la importancia del desarrollo y el crecimiento educativo, están ahí, en el entorno familiar. ¿Y quién educa a las familias? Esto nos hace reflexionar sobre un conflicto por generaciones; todos fuimos niños y fuimos adiestrados  bajo el concepto de educar, cuando en realidad nos estaban aleccionando.
El arte en la educación genera un pensamiento divergente mientras que la educación por competencias busca la convergencia. Esta es una contradicción sumamente dañina para el aprendizaje en el educando. O adiestras o liberas. Mientras que el arte fomenta la creatividad, la imaginación, la flexibilidad y el desarrollo de la inteligencia tanto emocional como cognitiva, la educación competitiva desarrolla el individualismo, la apatía, la discriminación, el memorismo, el dogmatismo, el mecanicismo, el poder y la banalidad. ¿Entonces qué resultados tendremos de la conjugación de estas dos formas educativas? Si el estudio busca un aprendizaje que te permita crear y diversificar las ideas para proponer o disertar, entonces ¿cómo aplicar una educación que te limita a la repetición y la memorización? Paulo Freirer dice: “estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas” ¿y qué no es esto, el objetivo primordial de la educación artística? No es el archivar información; sino aplicar el saber en la vida diaria, esto gira hacia la  importancia de los conceptos de análisis y comprensión en el aprendizaje, los que permiten la resolución de conflictos, y generan los nuevos conocimientos.
La educación debe generarse de manera integradora, no mediante el concepto competencia. Educar permite liberar las facultades y las capacidades que todo individuo trae consigo, aprender  implica; hacer, experimentar, crear, fortalecer, afianzar de manera individual.  El desarrollo de la inteligencia debe fomentarse a partir de la lógica y de la experimentación. La propuesta entonces en nuestro quehacer docente es aprender a desaprender, y formar al alumno mediante esta perspectiva.
Requerimos entonces de un nuevo paradigma de vida y educacional. Esta nueva perspectiva debe partir de la investigación y de la búsqueda del conocimiento, esto es entender por qué los sistemas políticos educacionales están determinados de esta forma y  conocer los lineamientos de la reforma educativa, ¿cuál es su sustento y de dónde parte y cuáles son los beneficios tanto como para los docentes como para los estudiantes? ¿Qué tipo de sociedad reformará? Y a partir de esto tumbar y concientizar a la comunidad. ¿Difícil? Sumamente difícil por la estructura educativa y cultural que sostiene nuestro país.  Y porque primero tendríamos que fomentar el gusto y el disfrute por el saber. La lectura sería la principal tarea que debería ejercer nuestra sociedad. ¿Cómo lograr que se lea?
Juan Domingo Argüelles, ensayista, crítico literario y editor mexicano nos hace reflexionar sobre este tema en su artículo “¿Por qué es un problema la lectura?” publicado en Este País. “El problema de la lectura en México, y en muchos otros países, no es otro que un problema de educación; particularmente de una educación que tiene como propósito “arraigar ideas definitivas” en vez de favorecer una independencia de criterio. Y este problema educativo entronca, por supuesto, con las peculiaridades de un sistema político y económico que, en su pragmatismo tecnocrático, conspira de manera natural contra la cultura y las humanidades. ¿Y cómo procede, en México, el sistema escolar en el caso de la lectura? Es obvio que la mayor parte de los estudiantes odia y sufre esas estériles clases de literatura, a tal grado que acaba por detestar esta materia que le parece el colmo del aburrimiento y la inutilidad, sólo superada quizá por sus aburridos y autoritarios maestros (hijos también de la misma educación) que, muchas veces, dan clases de literatura sin ninguna pasión por su propia materia, no digamos ya por los libros. En el caso de la lectura en México, éste es, por desgracia, casi el único procedimiento con el que funciona el sistema educativo. Obliga a leer, desde una disciplina externa, aquello que los estudiantes aborrecen, y no les concede prácticamente alternativas para que leer tenga un sentido de gozo, aventura, descubrimiento, identidad y pertenencia. En lugar de obligar a los estudiantes a leer cosas que no les gustan, habría que buscar alternativas placenteras para que leer se convierta en una experiencia inolvidable. Si un libro no les gusta, hay otros millones que podrían atraerles, y no todos son clásicos, por cierto.”
La rigidez en el aula, el conductismo y la obligación no ayudan, ni solventan las necesidades del aprendizaje. Amar la lectura implica también amar la vida, porque es aún más excelsa que una lectura, porque la lectura nace de la vida y del aprender del otro, de la adquisición de las ideas. Y eso es lo que tenemos que buscar; una educación por consciencia, que respete la vida y por lo tanto; respetará el conocimiento y las facultades intrínsecas del individuo. La propia constitución política de los estados unidos mexicanos en su artículo 1° dice: "[...] Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y las libertades de las personas."
Pero si condicionamos todo, lo fragmentamos y lo convertimos en un molde, ¿dónde queda la libertad individual y el crecimiento autónomo de todo individuo? La reforma educativa está fomentando la discriminación y la búsqueda del poder con su perfil de competencias.
Uno de los fundamentos e inicios de las actividades que presentan los programas de la educación por competencias es la idea de “conócete a ti mismo” principio socrático perteneciente al nivel bachillerato dentro de la asignatura de filosofía, la que es importante pero pierde su sustentabilidad en el momento que se deja como un módulo teórico y no como un desarrollo o proceso donde el alumno adquiera sus propias herramientas para aplicar el concepto. Es aquí donde entran las contradicciones y el proceso se convierte en un esquema de llenado, y donde el docente tiene que realizar archivos de muestras vacuas de evidencias, papeleos que no trascienden en la formación del educando. Esto repercute en el alumno de manera inmediata, el niño, el adolescente o el joven van perdiendo el interés por la escuela y lo que es peor por el conocimiento. 
El conocerse a sí mismo debe implicar el desarrollo perceptivo, que va a permitir la adquisición de sus convenientes herramientas y posteriormente reconocer sus propias capacidades.
Tenemos que quitarnos la idea y el cliché de que todos los estudiantes son lo mismo, cada uno requiere de su adecuado proceso, y vamos de lo individual para llegar a lo colectivo y esto nos permitirá tener una sociedad  incluyente y creativa que construya a partir de sus propias ideas y no a partir de una ideología política o administrativa que lo único que busca es conducir al individuo mediante el miedo y la búsqueda de la sobrevivencia y no hacia el placer o el entendimiento de la propia concepción o esencia de la vida.

Y concluyo: el arte no es factor propicio para las competencias, la educación no debe buscar la supremacía del poder sino el encuentro del individuo consigo mismo, para llegar a ser incluyente y prepositivo en la sociedad. La educación por competencias no es competente con el arte, ni con la enseñanza en general. Así que educadores y docentes de arte; dejen fuera de su aula esta propuesta grotesca e inconsistente de la reforma educativa.

Aquí nos queda claro que el arte no comulga con las competencias. Sino al contrario; el arte excluye la competencia, porque agrega, no segrega, porque amplia el pensamiento y convierte la percepción en un parámetro incesante donde la creatividad es pionera en cada ciclo y en cada propuesta tanto profesional como de vida.
                                      
                    Copyright © Derecho de Autor



miércoles, agosto 03, 2016

Gaza Por: Lorena Vera Verján



Omayya Joha. Preciosa viñeta recreando el personaje de Handala (o Hanzala) creado por Naji al Ali, la pared representa el muro de Gaza y la brecha, como se aprecia, tiene la forma de la Franja de Gaza. Traducción: Mi nombre es Hanzala. Tú, ¿cómo te llamas? La niña responde: "Esperanza".


Ayer la mirada era lúcida, brillante… viva
Ahora está pálida, seca, sin vida
Gaza enmudece ante el silencio del mundo
Nadie se asoma por la fuente de la vida
Los niños palestinos han cumplido su destino
Murieron sin saber que el mundo era un asco
Murieron sin saber  que el amor existía…
Quemado, torturado,  asfixiado
Perforado,  ahorcado, destazado…
El corazón sangra en negro
Gaza está desaparecida
Extinta de este terrible mundo genocida…

Hoy se queda impreso el dolor.

Poema escrito el
17 de Noviembre 2012

Copyright © Derecho de Autor

Omayya Joha. Gaza, Palestina








martes, agosto 02, 2016

BAJO LA MISMA TIERRA Por: Lorena Vera Verján



Self-Consciousiness by ayle Watch  /Digital Art / Drawings & Paintings / People©2006-2016 Ayle



A mi espejo
   A mi sueño 
A mí, cuando era pequeña



Fingía no verla, 
Pero
Su mirada insistente;
Trocó mi tiempo

Recargada en ese muro carcomido
Y viejo, como una fotografía
De los años cincuenta;
Me miraba…

Detenida, paciente,
Como un alma que vaga en pena,
Consciente del camino que sigue,
Del mundo a su cuesta

Su cabello sucio, hirsuto, enmarañado,
Posaba sobre su cara pequeña,
Sus ojos inmensos resplandecían su rostro
Su negrura retaba la oscuridad de la noche
Y su presencia flotaba,
Como un ángel en busca de un refugio.

Me acerqué despacio
Con miedo a que desapareciera

         
Me miraba
A través de ella
Veía correr la vida,
Como un paisaje que transmuta imágenes

Sus pies descalzos, dolorosos,
Pequeños e intocables posaban
Sobre el pavimento caliente.
A media rodilla caía un vestido raído,
Viejo, oscuro y en su pelo cenizo
Se colaban rayos a través de esa ventana.

   Mirándome insistentemente
Sus manos vertían años en cada línea
Posados sobre el cristal pegado
Como un imán.

Esa imagen taladra mi mente;
Su mirada lo decía todo

 Su mirada persistente preguntaba
No podía escucharla, sólo sentía
que un sonido hueco
Retumbaba en mis oídos

Su imán jalando mi cuerpo

Está aquí
Me tiende la mano pequeña;
Dos lágrimas corren por mi rostro
Y se apresuran a encontrar un cauce

Tomo su mano y traspasamos el muro
Una atmósfera fría se filtra por mi piel
Señala su mundo
Lo reconozco
Recuerdo ese instante
Una imagen me retorna al tiempo:

Cinco escasos años

Una niñez triste, pesada sobre mis manos
Fijé la mirada en mi espejo
Olvidé mi miedo y sentí ternura

Nada había en ese sitio
Sólo escombros y polvo
Que huele a siglos; nada existe,
Sólo yo

Respiro el polvo y huele a nardos
A muerte

Volteo y no la encuentro
¿Dónde está?

Tomó mi mano
Y te desvaneció
Me tragué sus cenizas

    Estoy aquí; bajo la tierra
Nadie me mira
Nadie me escucha
La negrura de sus ojos
Se convirtió en mi mundo

La lápida presiona mi cuerpo
No me deja ir

Aquí estoy
Esperando a que vuelva
A darme la mano



Copyright © Derecho de Autor



jueves, julio 14, 2016

El arte: factor determinante en el proceso educativo Por: Lorena Vera Verján



Niños expresándose a favor de la paz y la no violencia
FOTO: Javier Salinas



Esta investigación es una aportación teórico metodológica con la finalidad de proporcionar conocimientos y experiencias propias del arte interpretativo, creativo y expresivo en el niño de edad escolar y está dirigido a aquellos maestros interesados en impartir la educación artística, y al mismo tiempo, a profesores que imparten la materia que no poseen el conocimiento de la importancia que ésta tiene en el desarrollo cognoscitivo, socioafectivo y psicomotriz del educando. Este estudio explica los procesos que subyacen en el desarrollo creativo, sensitivo e intelectual del escolar, así como las conductas que se producen en la práctica artística, y se fundamenta en aspectos psicológicos, pedagógicos y estéticos.
El arte es de vital importancia en la educación ya que es generador del desarrollo de la expresión creativa natural que todo ser trae consigo, y estimula tanto las cualidades como los valores sociales, morales y la autoestima. Además, tiene la finalidad de introducir al educador y al educando en la ardua y fascinante tarea de la creatividad, la sensibilidad, la apreciación artística y la expresión, factores que contribuyen al espíritu creativo y social de todo individuo.
El hombre es por naturaleza un ser que necesita comunicarse y expresarse para relacionarse con los demás. Es un ser único, con una capacidad de autenticidad en su expresión individual y con un lenguaje que lo diferencia del mundo animal. Precisamente por este lenguaje el hombre puede expresarse y crear sus propios símbolos. El individuo ha creado una simbología a través del tiempo; ésta se va transformando de acuerdo con su evolución intelectual, social y cultural. El hombre crea diferentes lenguajes y expresa sentimientos ya sea por medios orales, escritos, corporales, musicales o gráfico pictóricos. Al ir desarrollando su lenguaje el hombre está contribuyendo a su desarrollo intelectual, creativo y sensitivo. “En la primera infancia, los niños construyen un repertorio de sensaciones, rutinas y expectativas. A partir de sus experiencias, confieren un sentido práctico a sus mundos físico y social. Basándose en esta experiencia, entre los dos y los seis años, los niños normales recorren el enorme camino que los transforma de animales exploradores en seres humanos usuarios de símbolos” (D. J. Hargreaves, 1991:44-47). Trasladando estos fundamentos a la expresión y creatividad en el arte, tendremos a consideración el desarrollo evolutivo en el educando que le permita “manifestarse artísticamente en el campo escolar y por ende socialmente”. De acuerdo con sus etapas de desarrollo el dominio de la actividad artística va persistiendo de forma creativa e interpretativa. Para que llegue a su cauce se necesita de la estimulación del ambiente escolar y de la sociedad misma.
El niño, desde el momento de su nacimiento, busca el conocimiento del mundo por medio de la percepción, ya sea visual, táctil o auditiva, y posteriormente llega a una etapa de conocimiento interpretativo e imitativo. En la medida que va creciendo, busca la forma de comunicación y expresión en relación con los demás; para esto, toma los elementos que considera importantes para su entendimiento, comienza a utilizarlos artísticamente y a proyectar situaciones vivenciales, que expresan sus relaciones con lo social, lo familiar y lo escolar.
Es aquí donde el niño (de acuerdo con su etapa de desarrollo) comienza a manejar la simbología (su simbología), su interpretación del mundo de acuerdo con su edad. La creatividad y la imaginación van de la mano con estos dos elementos; crea sus fantasías transformándolas en elementos artísticos según la manifestación simbólica que van adquiriendo; es así como va creciendo dentro de ese proceso de creación artística; su intelectualidad debe ir a la par con su imaginación para ir creando su autenticidad expresiva. “El simbolismo o lenguaje intelectualizado presupone, por lo tanto, el lenguaje imaginativo o lenguaje propiamente dicho. Debe haber, en consecuencia, una relación correspondiente entre las teorías sobre los dos” (Collingwood, 1993:213-214).
Artísticamente el niño va fortaleciendo su conocimiento. Cuando ingresa a la escuela primaria recibe un condicionamiento que va limitando su forma de expresión, esto es, cuando el niño no recibe de manera integral la educación. Aquí comienza el problema, cuando no se le promueven las habilidades y las destrezas, cuando la educación se convierte en teoría y se pierde la practicidad y se aplica un aprendizaje conductivo y no inductivo. Todo esto constituye un rompimiento en el desarrollo que vuelve al niño más retraído y menos expresivo.
El respeto de la individualidad y expresividad del educando es muy importante, ya que esto proporciona al niño el equilibrio para que su aprendizaje sea más significativo. Artísticamente, el niño cumple una función evolutiva que le va ha permitir el desarrollo creativo y colectivo, así como cierta estabilidad emocional. Si el maestro no respeta al niño en su expresión, éste está contribuyendo a crear un problema en el educando que imposibilita su formación integral, con la consecuente subestimación y confusión del valor que esto representa. A esto agregamos que los maestros, al romper la necesidad real de expresión de sus alumnos, comienzan a tomar modelos dados para que el niño reproduzca formas, representaciones e imitación de vivencias u objetos que no le corresponden. Pedagógicamente, el maestro no está logrando su función social, ni el niño se está formando como un ser creativo y con la capacidad para resolver los problemas con los que se enfrenta.
Si el niño no está en contacto con la enseñanza artística como un objetivo necesario para su desarrollo psicomotor, sensitivo e intelectual en la primaria, esto ocasiona que al iniciar el nivel secundario tenga dificultades tanto del manejo psicomotor de las habilidades físicas, como en el desarrollo de su pensamiento. Se vuelve un reproductor de esquemas, sin propuestas ni iniciativas, ya que el entusiasmo que desprendía del hecho de ser niño en el campo del conocimiento del mundo se transformó en desinterés del saber porque ha perdido el elemento más importante: la creatividad.
“Aquello que enriquece al niño en su capacidad creativa no es la obra creadora sino su proceso creador, es decir, ese suceder continuo de decisiones de toma de postura ante un diálogo abierto con aquello que se está creando. Esto es lo que le afianza en su personalidad. ¿Y no es acaso esto la base de partida de toda educación? Lo que no queda plasmado en el papel, aquello que no se puede elogiar como obra maestra, puesto que no se ve ni se oye, es importante porque ha quedado plasmado en lo más profundo del ser y es el alimento de sus raíces que ha sido engendrado durante el proceso creativo” (Bisquert, 1977:93).
La danza, la música, el teatro y las artes plásticas en la educación establecen una serie de condiciones importantes que ayudan a la integridad en el desarrollo del alumno, tales como la psicomotricidad, la expresión y la simbología; la imaginación y la creatividad, el sentido estético, la apreciación artística, la sensibilidad, la percepción y el conocimiento. Si estos elementos integradores de la educación artística no se establecen en el campo educativo, la formación del niño no se realizará dentro de un sentido pleno y difícilmente habrá una relación armónica entre el individuo y el mundo exterior.
Mi experiencia como maestra de educación artística me permite plantear uno de los principales problemas en relación con las actividades artísticas: el cumplimiento de estas actividades se orienta hacia la realización de actividades festivas o conmemorativas y no como un proceso integrador de las diferentes etapas de desarrollo. Esto va en relación con lo que señalan diversos autores: “Paradójicamente hay también un acuerdo general en que hoy día, esta educación no se lleva a cabo de la forma adecuada: la educación artística aparece en segundo plano respecto a otras áreas del currículum como matemáticas lectura o ciencias” (Hargreaves, 1991:11). “A menudo, las artes se consideran como adornos, o como actividades extracurriculares; y, a la hora de efectuar recortes presupuestarios, entre los primeros que los padecen se encuentran los cursos o profesores de educación artística” (Gardner y Grunbaum, 1986:1).
En los campos educativos fundamentalmente existe la ausencia del trabajo creativo y expresivo, por el hecho de que en la educación no se imparten las actividades artísticas. Esta situación tiene su base en el hecho de que existen pocos maestros especializados en el área y pocas escuelas dedicadas al arte; esto ocasiona una falta de promoción de las actividades creativas e intelectuales, un desequilibrio emocional y corporal, y una cadena de inseguridades en el educando, así como la desvalorización individual, ocasionada por el desinterés tanto de padres de familia como de educadores mismos, esto es; por el desconocimiento de lo que es y significa el arte en la educación. Otra problemática surge cuando el maestro, aparte de su desconocimiento en el área, no lleva una metodología adecuada con una pedagogía creativa y comienza a utilizar elementos equivocados en las actividades, esto es, cuando recurre a:
• La repetición de estereotipos.
• El condicionamiento reforzado por la reproducción de modelos ya establecidos (la copia).
• La utilización de dinámicas puramente individuales y no colectivas.
• La realización de actividades que no apoyan la formación del alumno, partiendo de su etapa de desarrollo.
• La falta de estimulación en el desarrollo motor, creador e intelectual.
• La falta de respeto de la simbología del niño.
• La no realización de una decodificación pedagógica (interpretación del trabajo creativo del niño).
• El manejo de las actividades artísticas de forma eventual y no como continuidad del proceso educativo.
Estas actividades y formas pedagógicas poco elaboradas y analizadas por el maestro, ocasionan en el niño:
• Desvalorización individual.
• Imposibilitan su formación integral.
• Confusiones en su personalidad.
• Desequilibrio emocional.
• Falta de capacidad para ser productivo y no reproductivo.
En este contexto, la educación artística, “el arte, es utilizado nada más que como un medio y no como un fin en sí mismo”. El propósito de la educación por el arte es usar el proceso de creación para conseguir que los individuos sean cada vez más creadores no importando en qué campo se aplique esa capacidad.
La introducción de la educación artística en los primeros años de la infancia podría muy bien ser la causa de las diferencias visibles entre un hombre con capacidad creadora propia y otro que, a pesar de cuanto haya sido capaz de aprender, no sepa aplicar sus conocimientos, carezca de recursos o iniciativa propia y tenga dificultades en sus relaciones con el medio en que actúa. Puesto que percibir, pensar y sentir se hallan igualmente representados en todo proceso creador, la actividad artística podría muy bien ser el elemento necesario de equilibrio que actúe sobre el intelecto y las emociones infantiles” (Lowenfeld, 1961:2-5).
Esto se fundamenta en el proceso de desarrollo del niño y el pre-adolescente en su evolución psicofisiológica; necesita de un apoyo que corresponde a los maestros y a los padres, para que la integración de este proceso se dé en forma más natural y ayude al alumno a aceptarse como un ser integral, capaz de adaptarse a las diferentes circunstancias vitales y sentirse dentro del medio social; donde va a colaborar con una visión creadora y participativa. Si los maestros no participamos en el apoyo de los alumnos, dándoles los elementos básicos necesarios; los alumnos se verán por consecuencia en situaciones sumamente inapropiadas y deprimentes. A esto agregamos que la carencia de actividades de expresión artística en el niño y el pre-adolescente trae como consecuencia un retraso en el desarrollo evolutivo en los aspectos cognoscitivo, socioafectivo y psicomotriz, así como un desequilibrio en el proceso de aprendizaje tanto intelectual como emocional. Si al niño se le impartiera el arte pedagógicamente como un proceso creativo evolutivo para su desarrollo intelectual, espiritual y social, respetando cada etapa que transcurre en su educación, se lograría incrementar su posibilidad creativo productiva a la vida sociocultural; además, el niño aplicaría proyectos significativos dentro del arte y la cultura para su transformación individual y colectiva. Los niños que no desarrollan un proceso creativo en la escuela actúan con niveles atrasados hasta de seis años o más, por esto, es necesario motivar al niño a que cumpla al ritmo correspondiente su evolución expresiva.
¿Por qué fomentar el arte en la escuela?
El arte en la educación es un factor determinante en el proceso del desarrollo evolutivo, sensitivo e intelectual del alumno, constituye un medio para comunicarse y expresarse en pensamientos y sentimientos. Cuando se imparte en el aula, se comienza a trabajar con la creatividad, la expresión y el desarrollo de la apreciación estética; elementos que logran integrar la personalidad del alumno, y que, en sí mismos, pueden llegar a ser terapéuticos, ayudar a liberar tensiones y a proponer soluciones creativas en la vida cotidiana. Su objetivo fundamental es lograr el proceso creativo en la educación; esto resultaría de forma más objetiva si este proceso llevase un planeamiento teórico práctico en los doce años de educación básica media; su importancia reside en la maduración de la personalidad del educando y considera un equilibrio en cuanto a pensamiento/cuerpo, razonamiento/sensibilidad.
Hemos podido constatar que el proceso creador proporciona al que lo realiza gran satisfacción personal, una satisfacción equilibrante que armoniza al individuo consigo mismo, estableciendo las bases necesarias para su maduración e integración social. Asimismo, la persona que experimenta un proceso de creación, desarrolla hábitos y pautas creativas que luego extenderá a otros contextos y situaciones.
La creación artística, el conocimiento e interpretación de la imagen o la apreciación estética, son palabras —conceptos— con las que intentamos referirnos a ese gran mundo de las creaciones plásticas.
En la mayoría de los casos, las ideas no son muy claras. Nuestra educación, que ha tomado mucho de los lados más deshumanizados de lo científico y lo técnico, y ha hecho un falso culto de lo racional, consigue que el ámbito del arte nos parezca algo mágico, irracional e inapreciable, imposible de organizar metodológicamente y, por tanto, no evaluable.
Solamente algunas personas muy dotadas —pensamos— pueden acceder o aproximarse a ese mundo: los artistas. Y rápidamente los clasificamos como un grupo especial, distinto y raro, fuera de la norma, con los cuales poco o nada podemos tener en común.
Precisamente es la idea contraria la que nosotros, educadores de arte, apoyamos. La educación artística entendida de esta manera se integra en un concepto de educación más amplio, que nos llevará a un desarrollo total del individuo, al que “sólo le ha sido otorgada una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con dolor y temor, con el anhelo de amar y el miedo a la nada y a la separación” (Fromm, 1970).
Importancia de la función sensomotora
Se le llama periodo “sensoriomotor” al nivel que presenta el niño que todavía no muestra pensamiento ni afectividad que le permitan representar a los objetos o personas que rodean su ambiente, aquí el niño todavía no ha retenido una simbología. El periodo sensoriomotor tiene un desarrollo muy rápido y evoluciona durante los primeros dieciocho meses, por lo que tiene mucha importancia, ya que le permite al niño elaborar los elementos cognoscitivos que le servirán para el desarrollo de la percepción, la inteligencia y la afectividad. Cuando el niño desarrolla su motricidad está contribuyendo a la formación de la inteligencia. Después de los dieciocho meses, cuando el niño se enfrenta con la realidad externa/interna en que vive, trata de afianzarla y la expresa mediante el lenguaje, ya sea corporal, musical, gráfico o verbal, y así logra organizar, clasificar, ordenar, etcétera sus experiencias vivenciales.
La imaginación y la creatividad, factores determinantes en el proceso educativo
La imaginación nace a partir de las imágenes que va percibiendo el alumno; el niño elabora también imágenes que sueña y anhela; su fantasía está dentro de lo que él conoce, su realidad interna le permite la imaginación. La afectividad es uno de los factores que intervienen en el desarrollo de la imaginación, así como la percepción; el niño o joven puede imaginar cosas inexistentes, pero sólo al imaginarlas y plasmarlas a través del arte se convierten en existentes. La asociación de pensamiento e imagen permite el desarrollo cognoscitivo con el que se asimila la realidad externa del alumno, desde el punto de vista neurológico las imágenes se manifiestan en la mente cuando surge el movimiento de las ondas corticales o musculares, esto es, a partir de la percepción surge el movimiento y aparece la imagen mental.
Desde el punto de vista genético no existe posibilidad de sostener la imagen desde el nacimiento y no se observa manifestación alguna durante el periodo sensoriomotor, la retención de la imagen se inicia únicamente con la aparición de la función simbólica. Por esto la aparición de la imagen resulta tardía. La imitación interiorizada proporciona una copia de lo que el niño percibe por medio de sus sentidos. Las imágenes permiten que el alumno desarrolle el pensamiento y se auxilie de su simbología y exprese a partir del lenguaje que va adquiriendo su propia forma de expresión artística.
La creatividad no es la copia fiel de un objeto determinado o de una realidad; para ello existe la fotografía, que resuelve en instantes este problema; la creatividad consiste en el desarrollo de la imaginación y el sentimiento, que nos permite representar la realidad por medio de una particular interpretación de elementos, líneas, masas, tonos, colores, movimientos, formas, espacialidad, musicalidad, coordinación, etcétera; no es la simple observación y reproducción de algo externo. Cada individuo reacciona ante las imágenes reales en forma diferente, según su carácter, sensibilidad, formación, experiencia ante los hechos más significativos de su vida, lo que le permite desarrollar una expresión personal que da lugar a imágenes muy emotivas. Por esto al lenguaje artístico no solamente se le considera como un difícil pero maravilloso oficio, sino, principalmente, como un medio de conocimiento que desarrolla nuestra capacidad creativa y conceptual.
El sentido estético, aspecto necesario en el desarrollo artístico que permite integrar en el educando un estilo propio de expresión
La belleza induce al hombre a la interiorización espiritual, a la forma y el pensamiento; logra en él, el desarrollo de la sensibilidad, la flexibilidad mental para llegar al conocimiento y el trato directo de la materia.
Muchos de nosotros separamos el sentimiento del pensamiento y es necesario que estos dos se equilibren para lograr la concepción integral de la sensibilidad a la belleza. El desarrollo de la sensibilidad hace la apreciación estética; el hombre debe aprender a despertar su sentido perceptivo para que pueda reconocer el sentido estético.
A través del arte el hombre ha logrado desarrollar su actitud estética con respecto al mundo, ya que por el medio artístico es capaz de expresar y reflejar los valores, y, al mismo tiempo, la actitud subjetiva del artista (recordemos que el proceso creador trae como consecuencia la obra, ya sea a nivel educativo artístico o a nivel artístico profesional).
La estética está ligada a las formas sociales y a la conciencia del hombre de su entorno, así como la creatividad en el arte, que viene siendo el método artístico, el estilo y la dirección, ayudan al hombre a encontrar una orientación útil, humanista, que encuentra una razón en la existencia de los diferentes fenómenos de la vida, a elaborar un ideal estético avanzado de acuerdo con la vida social.
Cuando el niño maneja la creación estética está desarrollando su capacidad en diferentes niveles de potencialidad en el aspecto creativo e imaginativo; estamos convencidos los maestros que manejamos la educación artística de que son cualidades innatas y no podemos caer en el error de pensar que la educación no interviene en el proceso creador si no se estimula al educando en dirección a esto; caemos en el peligro de que vaya perdiendo su capacidad expresiva y creativa. El aspecto pedagógico didáctico en la educación artística es muy importante, ya que actúa de manera favorable en el desarrollo del niño, de su sentido estético y crea la capacidad de aceptación o no aceptación para determinar, puesto que los cánones de belleza van cambiando de acuerdo con el tiempo y la época, al igual que todas las culturas. El objetivo de la estética en la educación es proporcionar al educando elementos que propicien la transición incondicional de actitudes ante la sociedad que no se sujeten a la pasividad o a cuestiones ya establecidas, sino que intervengan en el alumno como un abanico de posibilidades con características divergentes ante las expectativas vivenciales en su entorno social y cultural.
El arte en la educación crea individuos con actitud abierta y progresiva, capaces de pensar por sí solos, con espíritu de crítica y capacidad de romper lineamientos ya estructurados; es importante intervenir con una pedagogía creativa, que dé soluciones y expectativas, estimulando con el desarrollo estético y eliminando conceptualizaciones cerradas de belleza absoluta que imponen cánones que definitivamente obstaculizan el pensamiento creativo.
Percepción e inteligencia; un equilibrio en el aspecto artístico.
La percepción se produce a través de las sensaciones recibidas por los receptores del cuerpo, mediante los sentidos y por órdenes motoras permite la actividad de la función sensomotora; los estímulos son los que producen la actividad de reacción a partir de sensaciones recibidas por objetos externos. Al percibir, el alumno está interpretando de forma significativa las sensaciones que le producen los objetos externos, logrando así un conocimiento de éstos.
Los procesos psicológicos que intervienen en la educación, tales como la memoria, el aprendizaje, la creatividad, la imaginación, son funciones de las capacidades perceptuales del organismo. Con el desarrollo motor del educando se está dando la base de la maduración del sistema nervioso que permite el desarrollo de la capacidad perceptiva. Estas capacidades son las que el educador debe orientar para que el alumno logre el desarrollo integral y pueda con esto apreciar los valores artísticos y culturales. A partir del desarrollo sensorial el educando adquiere las imágenes que le permiten activar su función motora, lo que lo llevará a la evolución intelectual; dentro de esta actividad se va adquiriendo una sensibilidad cada vez más fina de tipo sensomotor gratificante en la relación sujeto objeto.
Las funciones elementales como la percepción, la motricidad, la sensibilidad y la imaginación, entre otras, hacen que surjan los primeros movimientos de la inteligencia. Otras funciones operativas como la lógica evocan los estados de equilibrio en el pensamiento. Por consecuencia partimos de la naturaleza biológica y lógica de la inteligencia.
El hombre actúa cuando experimenta una necesidad orgánica que lo lleva al desequilibrio, pero si logra readaptarse a la acción y al pensamiento y los unifica, está logrando el equilibrio, pues está intercambiando el mundo exterior con su mundo interior. Estas situaciones logran la organización mental de la inteligencia.
Las conductas suponen dos elementos que logran el equilibrio, el afectivo y el cognoscitivo. La vida afectiva y la vida cognoscitiva son, en cierta forma, inseparables, aun por sus distinciones: lo son, por el intercambio que sucede a una acción con otra y lograron esto con la estructuración y valorización mediante la experimentación del razonamiento junto con el sentimiento.
Un acto de inteligencia supone la regularización energética interna y otra externa: la regularización interna se vale del interés, el esfuerzo, la facilidad, etcétera, y la externa, de la valorización de las soluciones buscadas y de los propios objetos.
Para estructurar la inteligencia es necesario lograr una forma de equilibrio a través de la percepción, el hábito y los mecanismos sensoriomotores elementales. Debe considerarse que el equilibrio implica una evolución que lo lleve a ser más estable y más amplio, para lograr la organización de las estructuras cognoscitivas. La inteligencia constituye el equilibrio con el que el niño logra la adaptación por medio del aspecto sensoriomotor y cognoscitivo, así como la asimilación de las acciones y respuestas a su mundo exterior, logrando acomodarlos a su organismo y su medio social.
A modo de conclusión
Tanto el alumno como el profesor son elementos de la sociedad en la que se integran. En gran parte a través de determinadas formas de comunicación artística, esta relación se maneja en un mundo de imágenes, por lo que resultan necesarios los conocimientos básicos, así como su uso mediante el proceso creativo, interviniendo en la maduración personal, contribuyendo a una mejor formación humana y un desarrollo cultural que le permita la integración y el desenvolvimiento plenos en el ámbito social. Este tipo de enseñanza consigue el equilibrio total de elementos y el desarrollo de la capacidad de análisis y de síntesis, así como la divergencia del pensamiento, de ahí su importancia como función armonizadora de la personalidad humana.
Lógicamente estas bases o fundamentos tienen que traducirse a unas líneas de practicidad donde se articule una mezcla de teoría y experimentación; es conveniente que esta forma de aprendizaje se realice desde la experiencia personal. Como afirma Torrente Ballester: “El arte no se entiende: se vive”. Esto es tan cierto, que cabría decir que la enseñanza artística, más que un cúmulo de conocimientos, es un estilo, una manera de enfocar nuestra actitud hacia las cosas, hacia el entorno; una especie de predisposición especial para captar la belleza y la armonía y a su vez producirla. “El arte se encuentra verdaderamente en la naturaleza y lo posee quien de ella puede extraerlo”, nos dice Durero. Y, en realidad, ¿qué somos los hombres sino naturaleza?
La creación artística constituye un extenso camino por los confines educativos, un camino difícil y apasionante a su vez, tanto para el maestro como para el alumno. Para el logro de esta actividad artística como un proceso creativo evolutivo, es necesario añadir que el conocimiento es la base de su construcción y debe contener los aspectos psicológicos, pedagógicos, sociológicos, culturales y artísticos para que este proceso cumpla su función de manera integral.
Tomemos en cuenta que el avance del educando se irá dando según la capacitación que tengamos como maestros; es preciso despojarnos de ideas arcaicas que suponen que el niño sacará de una manera espontánea todas sus habilidades, destrezas y creatividad; el alumno se desarrollará de forma espontánea y sincera pero siempre y cuando el maestro lo estimule, dándole los elementos prácticos de la expresión artística, para que él se desenvuelva en ese campo.
Para concluir es necesario recordar a todos los maestros, preocupados por la educación artística, que un programa representa una guía de estudio, que no necesariamente se tiene que manejar paso a paso como receta, sino que tiene que tener una flexibilidad que permita adecuarse a las necesidades del grupo escuela, en el ámbito sociocultural. Además, es necesario hacer la reflexión de que un profesor de educación artística requiere conocimientos generales, que le permitan estar constantemente actualizado, ya sea en esta área, así como en otras que estén ligadas directamente con la educación artística y la cultura.
Bibliografía
Bruner, J., El mundo perceptivo del niño, Morata, Madrid, 1979.
Churchill, E., Los descubrimientos de Piaget y el maestro, Paidós, Buenos Aires, 1968.
De Prado, David, Técnicas creativas y lenguaje total en la educación infantil, Narcea, Barcelona, 1988.
Del Río, Pablo, La construcción del espacio en el niño, Aprendizaje, Madrid, 1992.
Duborgel, Bruno, El dibujo del niño, estructuras y símbolos, Paidós, Buenos Aires, 1981.
Kandinsky, Vassily, Punto y línea sobre plano, Premiá, México, 1988.
Leontiev, L. et al., El hombre y la cultura. Problemas teóricos sobre educación, Grijalbo, México, 1967.
López Quintas, A., Estética de la creatividad, Bordón, s. l., 1979.
Merani, Alberto, Naturaleza humana y educación, Grijalbo, México, 1972.
— Psicología de la edad evolutiva, Grijalbo, México, 1976.
— Psicología dialéctica y educación, upn-Secretaría de Educación Pública, México, s. f.
— Psicología y Pedagogía, Grijalbo, México, 1969.
Osterrieth P., A, y P. Oleron, Los modos de expresión,Morata, Madrid, 1980.
Piaget, Jean, La formación del símbolo en el niño,Fondo de Cultura Económica, México, 1987.
— Seis estudios de psicología, Paidós, Buenos Aires, 1990.
Piaget, Jean, y B. Inhelder, Psicología del niño, Morata, Madrid, 1981.
Rodríguez, Oralia, y Graciela Murillo, Te voy a platicar de mi mundo, El Colegio de México-Secretaría de Educación Pública, México, 1985.
Salvador, Ana, Conocer al niño a través del dibujo, Narcea, Barcelona, 1982.
Schilder y Lherroitte, Desarrollo de la expresión del niño. La forma humana en la idea y representación del niño, s. e., s. l., s. f.
Torrecillas González, Carmen, e Isabel Merodio Llopis Plas, Introducción a la obra de arte; teorías y análisis, Instituto de Estudios Somosaguas-Narcea, Barcelona, 1983.
Widlöcher, Daniel, Los dibujos de los niños, bases para una interpretación psicológica, Herder, Barcelona, 1988.
                          
                    Copyright © Derecho de Autor