Esta investigación es una
aportación teórico metodológica con la finalidad de proporcionar conocimientos
y experiencias propias del arte interpretativo, creativo y expresivo en el niño
de edad escolar y está dirigido a aquellos maestros interesados en impartir la
educación artística, y al mismo tiempo, a profesores que imparten la materia
que no poseen el conocimiento de la importancia que ésta tiene en el desarrollo
cognoscitivo, socioafectivo y psicomotriz del educando. Este estudio explica
los procesos que subyacen en el desarrollo creativo, sensitivo e intelectual
del escolar, así como las conductas que se producen en la práctica artística, y
se fundamenta en aspectos psicológicos, pedagógicos y estéticos.
El arte es de vital
importancia en la educación ya que es generador del desarrollo de la expresión
creativa natural que todo ser trae consigo, y estimula tanto las cualidades
como los valores sociales, morales y la autoestima. Además, tiene la finalidad de
introducir al educador y al educando en la ardua y fascinante tarea de la
creatividad, la sensibilidad, la apreciación artística y la expresión, factores
que contribuyen al espíritu creativo y social de todo individuo.
El hombre es por naturaleza
un ser que necesita comunicarse y expresarse para relacionarse con los demás.
Es un ser único, con una capacidad de autenticidad en su expresión individual y
con un lenguaje que lo diferencia del mundo animal. Precisamente por este
lenguaje el hombre puede expresarse y crear sus propios símbolos. El individuo
ha creado una simbología a través del tiempo; ésta se va transformando de
acuerdo con su evolución intelectual, social y cultural. El hombre crea
diferentes lenguajes y expresa sentimientos ya sea por medios orales, escritos,
corporales, musicales o gráfico pictóricos. Al ir desarrollando su lenguaje el
hombre está contribuyendo a su desarrollo intelectual, creativo y sensitivo.
“En la primera infancia, los niños construyen un repertorio de sensaciones,
rutinas y expectativas. A partir de sus experiencias, confieren un sentido
práctico a sus mundos físico y social. Basándose en esta experiencia, entre los
dos y los seis años, los niños normales recorren el enorme camino que los
transforma de animales exploradores en seres humanos usuarios de símbolos” (D.
J. Hargreaves, 1991:44-47). Trasladando estos fundamentos a la expresión y
creatividad en el arte, tendremos a consideración el desarrollo evolutivo en el
educando que le permita “manifestarse artísticamente en el campo escolar y por
ende socialmente”. De acuerdo con sus etapas de desarrollo el dominio de la
actividad artística va persistiendo de forma creativa e interpretativa. Para
que llegue a su cauce se necesita de la estimulación del ambiente escolar y de
la sociedad misma.
El niño, desde el momento de
su nacimiento, busca el conocimiento del mundo por medio de la percepción, ya
sea visual, táctil o auditiva, y posteriormente llega a una etapa de
conocimiento interpretativo e imitativo. En la medida que va creciendo, busca
la forma de comunicación y expresión en relación con los demás; para esto, toma
los elementos que considera importantes para su entendimiento, comienza a
utilizarlos artísticamente y a proyectar situaciones vivenciales, que expresan
sus relaciones con lo social, lo familiar y lo escolar.
Es aquí donde el niño (de
acuerdo con su etapa de desarrollo) comienza a manejar la simbología (su
simbología), su interpretación del mundo de acuerdo con su edad. La creatividad
y la imaginación van de la mano con estos dos elementos; crea sus fantasías
transformándolas en elementos artísticos según la manifestación simbólica que
van adquiriendo; es así como va creciendo dentro de ese proceso de creación
artística; su intelectualidad debe ir a la par con su imaginación para ir
creando su autenticidad expresiva. “El simbolismo o lenguaje intelectualizado
presupone, por lo tanto, el lenguaje imaginativo o lenguaje propiamente dicho.
Debe haber, en consecuencia, una relación correspondiente entre las teorías sobre
los dos” (Collingwood, 1993:213-214).
Artísticamente el niño va
fortaleciendo su conocimiento. Cuando ingresa a la escuela primaria recibe un
condicionamiento que va limitando su forma de expresión, esto es, cuando el
niño no recibe de manera integral la educación. Aquí comienza el problema,
cuando no se le promueven las habilidades y las destrezas, cuando la educación
se convierte en teoría y se pierde la practicidad y se aplica un aprendizaje
conductivo y no inductivo. Todo esto constituye un rompimiento en el desarrollo
que vuelve al niño más retraído y menos expresivo.
El respeto de la
individualidad y expresividad del educando es muy importante, ya que esto
proporciona al niño el equilibrio para que su aprendizaje sea más
significativo. Artísticamente, el niño cumple una función evolutiva que le va
ha permitir el desarrollo creativo y colectivo, así como cierta estabilidad
emocional. Si el maestro no respeta al niño en su expresión, éste está
contribuyendo a crear un problema en el educando que imposibilita su formación
integral, con la consecuente subestimación y confusión del valor que esto
representa. A esto agregamos que los maestros, al romper la necesidad real de
expresión de sus alumnos, comienzan a tomar modelos dados para que el niño
reproduzca formas, representaciones e imitación de vivencias u objetos que no
le corresponden. Pedagógicamente, el maestro no está logrando su función
social, ni el niño se está formando como un ser creativo y con la capacidad
para resolver los problemas con los que se enfrenta.
Si el niño no está en
contacto con la enseñanza artística como un objetivo necesario para su
desarrollo psicomotor, sensitivo e intelectual en la primaria, esto ocasiona
que al iniciar el nivel secundario tenga dificultades tanto del manejo psicomotor
de las habilidades físicas, como en el desarrollo de su pensamiento. Se vuelve
un reproductor de esquemas, sin propuestas ni iniciativas, ya que el entusiasmo
que desprendía del hecho de ser niño en el campo del conocimiento del mundo se
transformó en desinterés del saber porque ha perdido el elemento más
importante: la creatividad.
“Aquello que enriquece al
niño en su capacidad creativa no es la obra creadora sino su proceso creador,
es decir, ese suceder continuo de decisiones de toma de postura ante un diálogo
abierto con aquello que se está creando. Esto es lo que le afianza en su
personalidad. ¿Y no es acaso esto la base de partida de toda educación? Lo que
no queda plasmado en el papel, aquello que no se puede elogiar como obra
maestra, puesto que no se ve ni se oye, es importante porque ha quedado
plasmado en lo más profundo del ser y es el alimento de sus raíces que ha sido
engendrado durante el proceso creativo” (Bisquert, 1977:93).
La danza, la música, el
teatro y las artes plásticas en la educación establecen una serie de
condiciones importantes que ayudan a la integridad en el desarrollo del alumno,
tales como la psicomotricidad, la expresión y la simbología; la imaginación y
la creatividad, el sentido estético, la apreciación artística, la sensibilidad,
la percepción y el conocimiento. Si estos elementos integradores de la
educación artística no se establecen en el campo educativo, la formación del
niño no se realizará dentro de un sentido pleno y difícilmente habrá una
relación armónica entre el individuo y el mundo exterior.
Mi experiencia como maestra
de educación artística me permite plantear uno de los principales problemas en
relación con las actividades artísticas: el cumplimiento de estas actividades
se orienta hacia la realización de actividades festivas o conmemorativas y no
como un proceso integrador de las diferentes etapas de desarrollo. Esto va en
relación con lo que señalan diversos autores: “Paradójicamente hay también un
acuerdo general en que hoy día, esta educación no se lleva a cabo de la forma
adecuada: la educación artística aparece en segundo plano respecto a otras
áreas del currículum como matemáticas lectura o ciencias” (Hargreaves,
1991:11). “A menudo, las artes se consideran como adornos, o como actividades
extracurriculares; y, a la hora de efectuar recortes presupuestarios, entre los
primeros que los padecen se encuentran los cursos o profesores de educación
artística” (Gardner y Grunbaum, 1986:1).
En los campos educativos
fundamentalmente existe la ausencia del trabajo creativo y expresivo, por el
hecho de que en la educación no se imparten las actividades artísticas. Esta
situación tiene su base en el hecho de que existen pocos maestros
especializados en el área y pocas escuelas dedicadas al arte; esto ocasiona una
falta de promoción de las actividades creativas e intelectuales, un
desequilibrio emocional y corporal, y una cadena de inseguridades en el
educando, así como la desvalorización individual, ocasionada por el desinterés
tanto de padres de familia como de educadores mismos, esto es; por el
desconocimiento de lo que es y significa el arte en la educación. Otra
problemática surge cuando el maestro, aparte de su desconocimiento en el área,
no lleva una metodología adecuada con una pedagogía creativa y comienza a
utilizar elementos equivocados en las actividades, esto es, cuando recurre a:
• La repetición de
estereotipos.
• El condicionamiento
reforzado por la reproducción de modelos ya establecidos (la copia).
• La utilización de dinámicas
puramente individuales y no colectivas.
• La realización de
actividades que no apoyan la formación del alumno, partiendo de su etapa de
desarrollo.
• La falta de estimulación en
el desarrollo motor, creador e intelectual.
• La falta de respeto de la
simbología del niño.
• La no realización de una
decodificación pedagógica (interpretación del trabajo creativo del niño).
• El manejo de las
actividades artísticas de forma eventual y no como continuidad del proceso
educativo.
Estas actividades y formas
pedagógicas poco elaboradas y analizadas por el maestro, ocasionan en el niño:
• Desvalorización individual.
• Imposibilitan su formación
integral.
• Confusiones en su
personalidad.
• Desequilibrio emocional.
• Falta de capacidad para ser
productivo y no reproductivo.
En este contexto, la
educación artística, “el arte, es utilizado nada más que como un medio y no
como un fin en sí mismo”. El propósito de la educación por el arte es usar el
proceso de creación para conseguir que los individuos sean cada vez más
creadores no importando en qué campo se aplique esa capacidad.
La introducción de la
educación artística en los primeros años de la infancia podría muy bien ser la
causa de las diferencias visibles entre un hombre con capacidad creadora propia
y otro que, a pesar de cuanto haya sido capaz de aprender, no sepa aplicar sus
conocimientos, carezca de recursos o iniciativa propia y tenga dificultades en
sus relaciones con el medio en que actúa. Puesto que percibir, pensar y sentir
se hallan igualmente representados en todo proceso creador, la actividad
artística podría muy bien ser el elemento necesario de equilibrio que actúe
sobre el intelecto y las emociones infantiles” (Lowenfeld, 1961:2-5).
Esto se fundamenta en el
proceso de desarrollo del niño y el pre-adolescente en su evolución
psicofisiológica; necesita de un apoyo que corresponde a los maestros y a los
padres, para que la integración de este proceso se dé en forma más natural y
ayude al alumno a aceptarse como un ser integral, capaz de adaptarse a las
diferentes circunstancias vitales y sentirse dentro del medio social; donde va
a colaborar con una visión creadora y participativa. Si los maestros no
participamos en el apoyo de los alumnos, dándoles los elementos básicos
necesarios; los alumnos se verán por consecuencia en situaciones sumamente
inapropiadas y deprimentes. A esto agregamos que la carencia de actividades de
expresión artística en el niño y el pre-adolescente trae como consecuencia un
retraso en el desarrollo evolutivo en los aspectos cognoscitivo, socioafectivo y
psicomotriz, así como un desequilibrio en el proceso de aprendizaje tanto
intelectual como emocional. Si al niño se le impartiera el arte pedagógicamente
como un proceso creativo evolutivo para su desarrollo intelectual, espiritual y
social, respetando cada etapa que transcurre en su educación, se lograría
incrementar su posibilidad creativo productiva a la vida sociocultural; además,
el niño aplicaría proyectos significativos dentro del arte y la cultura para su
transformación individual y colectiva. Los niños que no desarrollan un proceso
creativo en la escuela actúan con niveles atrasados hasta de seis años o más,
por esto, es necesario motivar al niño a que cumpla al ritmo correspondiente su
evolución expresiva.
¿Por qué fomentar el arte en
la escuela?
El arte en la educación es un
factor determinante en el proceso del desarrollo evolutivo, sensitivo e
intelectual del alumno, constituye un medio para comunicarse y expresarse en
pensamientos y sentimientos. Cuando se imparte en el aula, se comienza a trabajar
con la creatividad, la expresión y el desarrollo de la apreciación estética;
elementos que logran integrar la personalidad del alumno, y que, en sí mismos,
pueden llegar a ser terapéuticos, ayudar a liberar tensiones y a proponer
soluciones creativas en la vida cotidiana. Su objetivo fundamental es lograr el
proceso creativo en la educación; esto resultaría de forma más objetiva si este
proceso llevase un planeamiento teórico práctico en los doce años de educación
básica media; su importancia reside en la maduración de la personalidad del
educando y considera un equilibrio en cuanto a pensamiento/cuerpo,
razonamiento/sensibilidad.
Hemos podido constatar que el
proceso creador proporciona al que lo realiza gran satisfacción personal, una
satisfacción equilibrante que armoniza al individuo consigo mismo,
estableciendo las bases necesarias para su maduración e integración social.
Asimismo, la persona que experimenta un proceso de creación, desarrolla hábitos
y pautas creativas que luego extenderá a otros contextos y situaciones.
La creación artística, el
conocimiento e interpretación de la imagen o la apreciación estética, son
palabras —conceptos— con las que intentamos referirnos a ese gran mundo de las
creaciones plásticas.
En la mayoría de los casos,
las ideas no son muy claras. Nuestra educación, que ha tomado mucho de los
lados más deshumanizados de lo científico y lo técnico, y ha hecho un falso
culto de lo racional, consigue que el ámbito del arte nos parezca algo mágico,
irracional e inapreciable, imposible de organizar metodológicamente y, por
tanto, no evaluable.
Solamente algunas personas
muy dotadas —pensamos— pueden acceder o aproximarse a ese mundo: los artistas.
Y rápidamente los clasificamos como un grupo especial, distinto y raro, fuera
de la norma, con los cuales poco o nada podemos tener en común.
Precisamente es la idea
contraria la que nosotros, educadores de arte, apoyamos. La educación artística
entendida de esta manera se integra en un concepto de educación más amplio, que
nos llevará a un desarrollo total del individuo, al que “sólo le ha sido
otorgada una única oportunidad de vivir, con esperanzas y desilusiones, con
dolor y temor, con el anhelo de amar y el miedo a la nada y a la separación”
(Fromm, 1970).
Importancia de la función sensomotora
Se le llama periodo
“sensoriomotor” al nivel que presenta el niño que todavía no muestra
pensamiento ni afectividad que le permitan representar a los objetos o personas
que rodean su ambiente, aquí el niño todavía no ha retenido una simbología. El
periodo sensoriomotor tiene un desarrollo muy rápido y evoluciona durante los
primeros dieciocho meses, por lo que tiene mucha importancia, ya que le permite
al niño elaborar los elementos cognoscitivos que le servirán para el desarrollo
de la percepción, la inteligencia y la afectividad. Cuando el niño desarrolla
su motricidad está contribuyendo a la formación de la inteligencia. Después de
los dieciocho meses, cuando el niño se enfrenta con la realidad externa/interna
en que vive, trata de afianzarla y la expresa mediante el lenguaje, ya sea
corporal, musical, gráfico o verbal, y así logra organizar, clasificar,
ordenar, etcétera sus experiencias vivenciales.
La imaginación y la
creatividad, factores determinantes en el proceso educativo
La imaginación nace a partir
de las imágenes que va percibiendo el alumno; el niño elabora también imágenes
que sueña y anhela; su fantasía está dentro de lo que él conoce, su realidad
interna le permite la imaginación. La afectividad es uno de los factores que
intervienen en el desarrollo de la imaginación, así como la percepción; el niño
o joven puede imaginar cosas inexistentes, pero sólo al imaginarlas y
plasmarlas a través del arte se convierten en existentes. La asociación de
pensamiento e imagen permite el desarrollo cognoscitivo con el que se asimila
la realidad externa del alumno, desde el punto de vista neurológico las
imágenes se manifiestan en la mente cuando surge el movimiento de las ondas
corticales o musculares, esto es, a partir de la percepción surge el movimiento
y aparece la imagen mental.
Desde el punto de vista
genético no existe posibilidad de sostener la imagen desde el nacimiento y no
se observa manifestación alguna durante el periodo sensoriomotor, la retención
de la imagen se inicia únicamente con la aparición de la función simbólica. Por
esto la aparición de la imagen resulta tardía. La imitación interiorizada
proporciona una copia de lo que el niño percibe por medio de sus sentidos. Las
imágenes permiten que el alumno desarrolle el pensamiento y se auxilie de su
simbología y exprese a partir del lenguaje que va adquiriendo su propia forma
de expresión artística.
La creatividad no es la copia
fiel de un objeto determinado o de una realidad; para ello existe la
fotografía, que resuelve en instantes este problema; la creatividad consiste en
el desarrollo de la imaginación y el sentimiento, que nos permite representar
la realidad por medio de una particular interpretación de elementos, líneas,
masas, tonos, colores, movimientos, formas, espacialidad, musicalidad,
coordinación, etcétera; no es la simple observación y reproducción de algo
externo. Cada individuo reacciona ante las imágenes reales en forma diferente,
según su carácter, sensibilidad, formación, experiencia ante los hechos más
significativos de su vida, lo que le permite desarrollar una expresión personal
que da lugar a imágenes muy emotivas. Por esto al lenguaje artístico no
solamente se le considera como un difícil pero maravilloso oficio, sino,
principalmente, como un medio de conocimiento que desarrolla nuestra capacidad
creativa y conceptual.
El sentido estético, aspecto
necesario en el desarrollo artístico que permite integrar en el educando un
estilo propio de expresión
La belleza induce al hombre a
la interiorización espiritual, a la forma y el pensamiento; logra en él, el
desarrollo de la sensibilidad, la flexibilidad mental para llegar al
conocimiento y el trato directo de la materia.
Muchos de nosotros separamos
el sentimiento del pensamiento y es necesario que estos dos se equilibren para
lograr la concepción integral de la sensibilidad a la belleza. El desarrollo de
la sensibilidad hace la apreciación estética; el hombre debe aprender a
despertar su sentido perceptivo para que pueda reconocer el sentido estético.
A través del arte el hombre
ha logrado desarrollar su actitud estética con respecto al mundo, ya que por el
medio artístico es capaz de expresar y reflejar los valores, y, al mismo
tiempo, la actitud subjetiva del artista (recordemos que el proceso creador
trae como consecuencia la obra, ya sea a nivel educativo artístico o a nivel
artístico profesional).
La estética está ligada a las
formas sociales y a la conciencia del hombre de su entorno, así como la
creatividad en el arte, que viene siendo el método artístico, el estilo y la
dirección, ayudan al hombre a encontrar una orientación útil, humanista, que
encuentra una razón en la existencia de los diferentes fenómenos de la vida, a
elaborar un ideal estético avanzado de acuerdo con la vida social.
Cuando el niño maneja la creación
estética está desarrollando su capacidad en diferentes niveles de potencialidad
en el aspecto creativo e imaginativo; estamos convencidos los maestros que
manejamos la educación artística de que son cualidades innatas y no podemos
caer en el error de pensar que la educación no interviene en el proceso creador
si no se estimula al educando en dirección a esto; caemos en el peligro de que
vaya perdiendo su capacidad expresiva y creativa. El aspecto pedagógico
didáctico en la educación artística es muy importante, ya que actúa de manera
favorable en el desarrollo del niño, de su sentido estético y crea la capacidad
de aceptación o no aceptación para determinar, puesto que los cánones de
belleza van cambiando de acuerdo con el tiempo y la época, al igual que todas
las culturas. El objetivo de la estética en la educación es proporcionar al
educando elementos que propicien la transición incondicional de actitudes ante
la sociedad que no se sujeten a la pasividad o a cuestiones ya establecidas,
sino que intervengan en el alumno como un abanico de posibilidades con
características divergentes ante las expectativas vivenciales en su entorno
social y cultural.
El arte en la educación crea
individuos con actitud abierta y progresiva, capaces de pensar por sí solos, con
espíritu de crítica y capacidad de romper lineamientos ya estructurados; es
importante intervenir con una pedagogía creativa, que dé soluciones y
expectativas, estimulando con el desarrollo estético y eliminando
conceptualizaciones cerradas de belleza absoluta que imponen cánones que
definitivamente obstaculizan el pensamiento creativo.
Percepción e inteligencia; un
equilibrio en el aspecto artístico.
La percepción se produce a
través de las sensaciones recibidas por los receptores del cuerpo, mediante los
sentidos y por órdenes motoras permite la actividad de la función sensomotora;
los estímulos son los que producen la actividad de reacción a partir de
sensaciones recibidas por objetos externos. Al percibir, el alumno está
interpretando de forma significativa las sensaciones que le producen los
objetos externos, logrando así un conocimiento de éstos.
Los procesos psicológicos que
intervienen en la educación, tales como la memoria, el aprendizaje, la
creatividad, la imaginación, son funciones de las capacidades perceptuales del
organismo. Con el desarrollo motor del educando se está dando la base de la
maduración del sistema nervioso que permite el desarrollo de la capacidad
perceptiva. Estas capacidades son las que el educador debe orientar para que el
alumno logre el desarrollo integral y pueda con esto apreciar los valores
artísticos y culturales. A partir del desarrollo sensorial el educando adquiere
las imágenes que le permiten activar su función motora, lo que lo llevará a la
evolución intelectual; dentro de esta actividad se va adquiriendo una
sensibilidad cada vez más fina de tipo sensomotor gratificante en la relación
sujeto objeto.
Las funciones elementales
como la percepción, la motricidad, la sensibilidad y la imaginación, entre
otras, hacen que surjan los primeros movimientos de la inteligencia. Otras
funciones operativas como la lógica evocan los estados de equilibrio en el
pensamiento. Por consecuencia partimos de la naturaleza biológica y lógica de
la inteligencia.
El hombre actúa cuando experimenta
una necesidad orgánica que lo lleva al desequilibrio, pero si logra readaptarse
a la acción y al pensamiento y los unifica, está logrando el equilibrio, pues
está intercambiando el mundo exterior con su mundo interior. Estas situaciones
logran la organización mental de la inteligencia.
Las conductas suponen dos
elementos que logran el equilibrio, el afectivo y el cognoscitivo. La vida
afectiva y la vida cognoscitiva son, en cierta forma, inseparables, aun por sus
distinciones: lo son, por el intercambio que sucede a una acción con otra y
lograron esto con la estructuración y valorización mediante la experimentación
del razonamiento junto con el sentimiento.
Un acto de inteligencia
supone la regularización energética interna y otra externa: la regularización
interna se vale del interés, el esfuerzo, la facilidad, etcétera, y la externa,
de la valorización de las soluciones buscadas y de los propios objetos.
Para estructurar la
inteligencia es necesario lograr una forma de equilibrio a través de la percepción,
el hábito y los mecanismos sensoriomotores elementales. Debe considerarse que
el equilibrio implica una evolución que lo lleve a ser más estable y más
amplio, para lograr la organización de las estructuras cognoscitivas. La
inteligencia constituye el equilibrio con el que el niño logra la adaptación
por medio del aspecto sensoriomotor y cognoscitivo, así como la asimilación de
las acciones y respuestas a su mundo exterior, logrando acomodarlos a su
organismo y su medio social.
A modo de conclusión
Tanto el alumno como el
profesor son elementos de la sociedad en la que se integran. En gran parte a
través de determinadas formas de comunicación artística, esta relación se
maneja en un mundo de imágenes, por lo que resultan necesarios los
conocimientos básicos, así como su uso mediante el proceso creativo,
interviniendo en la maduración personal, contribuyendo a una mejor formación
humana y un desarrollo cultural que le permita la integración y el
desenvolvimiento plenos en el ámbito social. Este tipo de enseñanza consigue el
equilibrio total de elementos y el desarrollo de la capacidad de análisis y de
síntesis, así como la divergencia del pensamiento, de ahí su importancia como
función armonizadora de la personalidad humana.
Lógicamente estas bases o
fundamentos tienen que traducirse a unas líneas de practicidad donde se
articule una mezcla de teoría y experimentación; es conveniente que esta forma
de aprendizaje se realice desde la experiencia personal. Como afirma Torrente Ballester:
“El arte no se entiende: se vive”. Esto es tan cierto, que cabría decir que la
enseñanza artística, más que un cúmulo de conocimientos, es un estilo, una
manera de enfocar nuestra actitud hacia las cosas, hacia el entorno; una
especie de predisposición especial para captar la belleza y la armonía y a su
vez producirla. “El arte se encuentra verdaderamente en la naturaleza y lo
posee quien de ella puede extraerlo”, nos dice Durero. Y, en realidad, ¿qué
somos los hombres sino naturaleza?
La creación artística
constituye un extenso camino por los confines educativos, un camino difícil y
apasionante a su vez, tanto para el maestro como para el alumno. Para el logro
de esta actividad artística como un proceso creativo evolutivo, es necesario
añadir que el conocimiento es la base de su construcción y debe contener los
aspectos psicológicos, pedagógicos, sociológicos, culturales y artísticos para
que este proceso cumpla su función de manera integral.
Tomemos en cuenta que el
avance del educando se irá dando según la capacitación que tengamos como
maestros; es preciso despojarnos de ideas arcaicas que suponen que el niño
sacará de una manera espontánea todas sus habilidades, destrezas y creatividad;
el alumno se desarrollará de forma espontánea y sincera pero siempre y cuando
el maestro lo estimule, dándole los elementos prácticos de la expresión
artística, para que él se desenvuelva en ese campo.
Para concluir es necesario
recordar a todos los maestros, preocupados por la educación artística, que un
programa representa una guía de estudio, que no necesariamente se tiene que
manejar paso a paso como receta, sino que tiene que tener una flexibilidad que
permita adecuarse a las necesidades del grupo escuela, en el ámbito
sociocultural. Además, es necesario hacer la reflexión de que un profesor de
educación artística requiere conocimientos generales, que le permitan estar
constantemente actualizado, ya sea en esta área, así como en otras que estén
ligadas directamente con la educación artística y la cultura.
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