sábado, enero 03, 2015

La Crónica Literaria en Elena Poniatowska Por: Lorena Vera Verján

Elena Poniatowska

La gran Ponia, Elenita, Elena Poniatowska, “La Princesa Roja” o como mejor merece Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor de origen francés y nacionalizada mexicana es actualmente una de las grandes crónistas de la ciudad de México. Su obra literaria ha dado polémica internacional, y ha sido criticada y valorada en sus diferentes tiempos y procesos escriturales. Merecedora de treinta premios por su labor literaria y periodística.
Poniatowska inició su carrera periodística a los 21 años sus publicaciones eran crónicas sociales sobre pobreza y marginados. Su primera novela Lilus Kikus y en 1965 publicó la novela Hasta no verte Jesús mío lo que le otorgó el premio Mazatlán de literatura.
Después de los acontecimientos de 1968 publica La Noche de Tlatelolco una de sus crónicas testimoniales más importantes y a la que le otorgaron el premio Xavier Villaurrutia en 1971 el cual rechazó y en 1979 el premio nacional de periodismo.
La noche de Tlatelolco es la crónica sobre el acontecimiento del 2 de octubre de 1968, uno de los sucesos más impactante e indignantes que ha sufrido México bajo el gobierno de Echeverría y la presidencia de Díaz Ordaz.
La crónica literaria de Elena Poniatowska radica en los testimonios en el caso de Tlatelolco, la matanza de los estudiantes el 2 de octubre de 1968. México y la masacre estudiantil, las olimpiadas y el manejo corrupto del gobierno. Una narrativa documental donde se escuchan las voces que protestan, el dolor y la impotencia. La crónica en este libro subraya la estulticia de manera profunda cubriendo un testimonio colectivo en el cual estudiantes, obreros, padres, profesores, soldados y empleados ofrecen su visión acerca de lo ocurrido en la llamada “Noche de Tlatelolco”.
Dentro de esta crónica pertenece el poema de Rosario Castellanos, MEMORIAL DE TLATELOLCO escrito en especial para este libro

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
Para que nadie viera la mano que empuñaba
El arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?


¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Una crónica poética como recopilación del documento, así también otros poemas de José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra, Juan Bañuelos y Eduardo Santos, que dejan sus voces de protesta mediante el verso.
La noche de Tlatelolco que aunque su género se manifiesta dentro de la crónica testimonial, es un documento que aprisiona mediante una ardua investigación y recopilación de textos, cartas, entrevistas, fotografías los hechos contundentes de 1968. Su visión rescata textualmente el pensamiento, la ideología y la cultura de un México políticamente decadente.
Poniatowska recopila el pensamiento de los manifestantes escritos en sus mantas bajo la protesta así como los coros de la manifestación lo que hace ser de este libro una crónica cruda y directa:
“¡Pueblo, no nos abandones – únete pueblo!”

“Soldado no dispares, tú también eres pueblo”.

“Nada con la fuerza, todo con la razón”.

O los coros con canciones donde satirizan al presidente Gustavo Díaz Ordaz

Di por qué, dime Gustavo
di por qué, eres cobarde,
di por qué no tienes madre.
Dime Gustavo, por qué

“Obrero, destruye tu sindicato charro”.


“Pueblo Mexicano: Puedes ver que no somos unos vándalos ni unos rebeldes sin causa, como se nos ha tachado con extraordinaria frecuencia. Puedes darte cuenta de nuestro silencio”.

“Libros sí, granaderos no”.

“'Estos son los agitadores: Ignorancia, Hambre y Miseria”.

O la crónica testimonial dentro de una técnica dialogal que es una muestra en este diálogo entre Elena Poniatowska y su hermano Jan Poniatowski en ese tiempo,  él;  estudiante de la preparatoria Antonio Caso.

—¿Por qué llegaste tan tarde anteanoche?
—Porque hicimos una pinta.
—¿En dónde pintaron?
—En el Palacio...
—¿En el Palacio de Hierro?
—No, allí no.
—Entonces, ¿en cuál palacio?
—En Palacio.
—¿En Palacio Nacional?
—Sí.
—¡Por Dios!, ¡están locos de remate! ¡Los pueden matar!
¿Qué les pasa? Están totalmente virolos...
—Somos inmortales... Además todo lo tenemos rebién estudiado,
la hora, quién echa aguas, el coche andando, la cantidad
de pintura, tú olvídate mi vieja que pa'pintas, somos expertazos.
—Ay, no es cierto, no te creo. Pero, ¿quién les dijo que hicieran
eso?
—Por ai, por ai...
—Y anoche, ¿qué hiciste? También llegaste tardísimo...
—¡Ah!, anoche fuimos al Capri...
—¿Al Capri? ¿A qué?
—Por puntada. Es una tumba aquello, puros muertos haciendo
que se divierten, puras calacas brindando y un pinche show del
año del caldo, gachísimo... íbamos con tres cuentos y nos
pelamos Oswald, Javier y yo sin pagar la cuenta. Se lo merecen
por tarados...
—Ay Jan, se están muriendo muchachos, hay desaparecidos,
suceden cosas muy graves y tú una noche haces una pinta y a
la otra vas al Capri y te sales sin pagar. ¿Qué les pasa? De veras,
están locos...
—No mana, así es esto. ¡Son ondas que nos entran!

Otra de las crónicas testimoniales más importantes de Ponia, es Nada, Nadie las Voces del Temblor, construida bajo el suceso del terremoto del 19 de Septiembre 1985 en la ciudad de México. Poniatowska se ha preocupado por rescatar los sucesos que desestabilizaron social y políticamente al país. En esta obra crea las voces de las víctimas y la negligencia y la torpeza de un gobierno insulso e insumiso. Además bajo un contexto de miseria y deficiencia educativa y cultural. Un discurso donde la crónica deja en claro que los pobres siempre han sido presa fácil de la frágil y poco sustentada estructura gubernamental.
El lenguaje de los pobres, los arcaísmos y su contexto lingüístico nos proporcionan una imagen de la decadencia educativa y la pobreza intelectual.


Vide cómo se desató el temblor desde el estacionamiento
Z-650… Vide claritamente cómo se cayó el
edificio… Esperaban mis hijos el desayuno… Mayito,
Mario, al que encontré muerto en la delegación Cuauhtémoc…
He visto que otros encuentran entre las cenizas
una fotito, una boleta, yo ni eso, ni eso siquiera,
ni un recuerdo, nada … De tener una familia grande,
siete hijos, y luego no tener no tener ni uno…

En la crónica tanto en la noche de Tlatelolco como en nada, nadie las voces del temblor, Poniatowska maneja una discurso polifónico donde las voces testimoniales son los que narran o dialogan sobre los hechos. En cambio en Amanecer en el Zócalo la misma Ponia aparece como protagónica dentro de su propia crónica. Misma que la llevó a una crítica severa por su producción tomada de anotaciones y diarios. Esta obra narra el plantón  de  ciudadanos seguidores de AMLO de la ciudad de México en el 2006
Estas tres crónicas están conformadas con fotografías mismas que le dan a las obras una estructura más realista y efectista. Lo que hace que el lector se conmueva de manera extrema.
En El tren Pasa Primero, Elena Poniatowska relata mediante la crónica y bajo el personaje protagónico Demetrio Vallejo líder sindical de las huelgas ferroviarias en México, entre 1958 y 1959, y que fue violentamente reprimida.
La obra de  Tinísima y Leonora llevadas al contexto de la narrativa, se apoyan de manera deliberada por la crónica que maneja dentro de sus posibilidades literarias los hechos históricos y periodísticos que datan de la época logrando con ellos un realismo narrativo propio del trabajo crónista de Poniatowska Amor.
Las siete cabritas una edición del 2010 narra los relatos sin dejan a un lado la crónica de la vida de grandes mujeres o mujeres sobresalientes por su idiosincrasia femenina, su fortaleza, su dureza, su enfrentamiento con la vida y con los artistas más representantes de México. Una obra donde retoma las memorias, las entrevistas las cartas, la poesía, de Mujeres como Frida Kahlo, Nahui Olin, Pita Amor, Rosario Castellanos,  María Izquierdo, Elena Garro y Nellie Campobello.  Aquí es donde Poniatowska persevera como feminista; y marca contundentemente su afiliación de género. Así mismo con la obra de Tínisima y Leonora.
Actualmente Poniatowska con ochenta y dos años de vida, continúa como activista política y se suma a la indignación social por los hechos en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En este mes pasado de noviembre ha recibido nuevamente el premio de periodismo por trayectoria a lo que respondió muy cabalmente “Recibir el premio a los 41 días de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa apachurra el corazón. ¿A ellos quién los premió? ¿Qué les dio México? Los premios nunca les tocan a los que más los merecen, a los pobres, a los que atraviesan el día como una tarea sin más recompensa que el sueño.”
Y el análisis es que después de casi 50 años de la matanza de Tlatelolco, un premio más a la crónica documental y testimonial, pareciera un gran insulto.


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2 comentarios:

  1. Estimada amiga Lorena vera: De nuevo paso por tu excelente blog y me deleito en su lectura.Un saludo y un abrazo desde Cali

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  2. Gracias José Niño, un gusto saber que estás aquí.
    Un gran abrazo

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